Paisaje Sonoro de la Guerra


El sonido de las alarmas que anuncian un ataque aéreo.
El sonido de los B-52 y los misiles surcando el aire.
El sonido de las baterías antiaéreas disparando hacia el cielo.
El sonido de las bombas. Las explosiones.

"Las explosiones se sucedían en las afueras de la ciudad, pero el estruendo podía oírse en el centro de Bagdad", informa una periodista de TVE. "No consigo olvidar el sonido de las bombas", dijo en un campo de refugiados, una mujer que había huido de Irak.

¡Escuchen! ¡Escuchen! Exclamaba un reportero de la CNN, antes de callar su voz y permitirnos oír directamente por televisión ese paisaje sonoro de Bagdad en la noche -la tarde en Uruguay- del 21 de marzo.

Si para alguien en Montevideo, presenciando imágenes y sonidos por televisión, ese paisaje sonoro le resultaba aterrador, puedo imaginar -aunque sólo imaginar- el impacto de ese paisaje sonoro sobre los habitantes de una ciudad que, como Bagdad, ha sido elegida para probar el más reciente armamento que se fabrica en los Estados Unidos de Norteamérica.

Puedo imaginar -aunque sólo imaginar- un paisaje sonoro quizás tan aterrador como el descrito anteriormente. El paisaje sonoro del silencio posterior a los bombardeos, o el inmediatamente anterior. El silencio es una componente deseada por muchos para el paisaje sonoro en el que habitan cotidianamente. Una prueba más de que los sonidos adquieren significado en relación con su contexto.

Puedo imaginar -aunque sólo imaginar- otros paisajes sonoros de Bagdad en estos momentos. El sonido de ambulancias llevando heridos a hospitales. El llanto de los familiares de los muertos (esos sonidos no aparecen en la televisión). El sonido de los edificios ardiendo, derrumbándose.

Hay sonidos en el paisaje sonoro cotidiano sobre los cuales uno no tiene control. Por lo general se refiere a los sonidos de la naturaleza. Uno piensa que se puede tener mayor o menor grado de control sobre los sonidos que son resultado de la actividad humana. En un caso como éste, la pregunta que surge es quién tiene control sobre esos sonidos. En un caso como éste, no es la población de Bagdad la que tiene control sobre los sonidos que integran el paisaje sonoro de Bagdad, aún cuando éstos sean el producto de la actividad humana - quizás una de las actividades humanas más despreciables, aunque sostenidas a lo largo de la historia, como lo es la guerra. Es un paisaje sonoro impuesto.

Se afirma que el paisaje sonoro es la voz de una sociedad. El paisaje sonoro que pude oír por televisión es un paisaje sonoro autoritario, prepotente, totalitario, precisamente porque se impone por encima del paisaje sonoro "normal" de un lugar. Es un paisaje sonoro del terror, terrorista, para usar una palabra tan de moda en los últimos tiempos.

Lo curioso del caso es quizás que, si bien éste puede ser el paisaje sonoro de estos días en Bagdad, este paisaje sonoro no es la voz de la sociedad iraquí. Ese paisaje sonoro habla de la sociedad que lo produce, lo exporta y lo impone en estos momentos en Bagdad. Puede parecer curioso, pero podemos conocer una sociedad a través del paisaje sonoro que se produce a miles de quilómetros de distancia.

No conozco el paisaje sonoro de Bagdad. Pero estoy seguro que no es ése que escuché por la televisión. Puedo imaginarlo, aunque sólo imaginarlo.


Daniel Maggiolo
Montevideo, marzo de 2003