Haga un paseo sonoro y aprenda a oír

(*)

Gary Ferrington


¿Alguna vez ha notado usted cuánto tiempo pasa diariamente haciendo ruido? Hay amigos y familiares a quienes hablar. Hay música para pasar en el equipo estéreofónico, programas de televisión para entretenerlo, pasto que cortar, vajilla y ropa para lavar. Sus días están llenos de producción de sonido.

Algunos de esos sonidos son importantes en la medida en que proporcionan información útil. Otros sonidos entretienen. Pero hay otros que son el producto residual de la actividad humana y conforman el ambiente de fondo de nuestra vida cotidiana.

Resulta interesante que incluso cuando tenemos un momento de silencio para reflexionar tratemos de llenarlo con sonidos. Muchos de nosotros percibimos el silencio como hueco y vacío y esa parece ser la causa de que nos pongamos ansiosos en ausencia de sonido.

Vale la pena tomarse un tiempo para escuchar los sonidos a nuestro alrededor. Vivimos en un medio ambiente acústico lleno de sonidos sutiles y no tan sutiles que enriquecen nuestra vida cotidiana, o se apartan de ella. Prestando atención a esos hechos acústicos no sólo mejoramos nuestra apreciación de los paisajes sonoros naturales y humanos, sino que incrementamos nuestra conciencia acerca de los sonidos en peligro y de aquellos sonidos que, como hierba mala, puedan estar destruyendo el paisaje sonoro.

Todos oímos, por supuesto. Pero la audición con un propósito determinado es algo que se aprende. Practicando la audición con un fin determinado prestamos atención al paisaje sonoro que nos rodea. Un ejemplo. Deténgase durante un minuto al final de esta frase y escuche los sonidos más inmediatos a usted.

¿Qué oyó? Yo oí pasar un ómnibus urbano y un helicóptero volando. También oí pájaros, el viento, un reloj y niños jugando.

Pero lo importante es que ambos dedicamos un momento a detenernos y escuchar con un propósito determinado. Al hacerlo dimos el primer paso para abrir nuestros oídos y mente al paisaje sonoro que nos rodea cotidianamente.

Algunos sonidos pueden ser nocivos para nuestra salud personal. Aquellos sonidos que encolerizan, como el aporrear del equipo estereofónico de un vecino o el tráfico urbano nos pueden poner ansiosos e interferir en nuestro descanso. A largo plazo, el sistema cardiovascular puede verse afectado.

Otros sonidos son relajantes y nos dan un sentido de paz. Muchos piensan que el sonido de las olas del océano o una corriente de agua fluyendo proporcionan experiencias acústicas relajantes.

La audición con un propósito determinado puede convertirse en una experiencia disfrutable si se la combina con un paseo. Un paseo sonoro es algo que uno puede hacer solo o compartir con otros.

Hay solo unas pocas reglas simples que se deben respetar. En primer lugar, no está permitido hablar. El propósito es escuchar y el silencio vocal y mental propios son importantes para que el paseo sea efectivo. En segundo lugar, planifique un viaje a través de un paisaje sonoro que pueda proporcionarle en primera instancia un conjunto variado de sonidos. Más adelante busque paisajes sonoros más silenciosos, que requieran habilidades auditivas más desarrolladas. En tercer lugar, después del paseo reflexione acerca de lo que escuchó y qué afecto tuvo sobre usted.

Dónde caminar y por cuánto tiempo debería estar determinado por los intereses personales o colectivos. Algunas veces, los paseos iniciales son interesantes si se realizan en lugares en los cuales pueda escucharse una variedad de sonidos. Luego, como se indicara más arriba, escoja paseos incrementalmente difíciles que incluyan más y más silencio.

Una vez realicé un paseo en Vancouver, en la Columbia Británica, que comenzó en una calle residencial del West End, con árboles a sus costados y cantos matinales de pájaros. Luego me dirigí al paseo a lo largo de la bahía, donde podía oírse claramente el sutil sonido de las olas bañando los cantos rodados. Pasaban personas en bicicleta y haciendo deporte y también oí sus sonidos.

Salí de la bahía, entré al vestíbulo de un viejo hotel y salí por la puerta trasera. El sonido sordo de las gruesas alfombras y sillas apoltronadas creaba una sensación aural de soledad y elegancia.

Luego me dirigí a explorar la acústica del vestíbulo de un edificio de apartamentos con superficies altamente reflejantes que repetían los sonido de los movimientos del cuerpo. Un mirador lateral vacío y el sonido de una tormenta de lluvia resonando sobre el techo concluyeron el paseo, al retornar a la calle con árboles en la cual grandes gotas de lluvia se juntaban y caían de las ramas de los árboles sobre mi paraguas abierto.

Tómese entre 30 y 60 minutos para realizar un paseo sonoro. Los primeros paseos pueden resultar un poco extraños, especialmente si participa un grupo de personas. Recuerdo que en un paseo reciente los extraños pasaban junto a nuestro grupo de audición y notaban nuestro silencio. Una persona sugirió que deberíamos ser algún tipo de orden religiosa dado nuestro comportamiento en el que no hablábamos.

Cada paseo sonoro que usted haga le proporcionará nuevas experiencias. Si camina solo escriba sus reflexiones en un diario. Si está con un grupo dedique algún tiempo a expresar las experiencias compartidas. Realice el mismo paseo sonoro a diferentes horas del día o bajo diferentes condiciones climáticas. Note las diferencias en la calidad y cantidad de sonidos que escucha.

Cuanto más camine y ecuche, más va a descubrir. Los paseos sonoros no son sólo informativos, también entretienen. Siempre hay un concierto de sonidos cambiando permanentemente alrededor suyo.

Pero lo que es importante es que usted se está tomando tiempo para escuchar y para reflexionar.



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Publicado en el sitio del Foro Mundial Ecología Acústica (WFAE)
(Publicado con el consentimiento del autor)
Traducción: Grupo Paisaje Sonoro

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